“El proceso tecnológico es el de la evolución estructural objetiva.” 1
1. Sujetos posibles, colectividad e individualidad.
Colocación del individuo.
Esta estructura de organización, que tiende a decaer en la burocratización de los procesos, no permite cargas subjetivas (situaciones singulares) en sus procedimientos. La colocación del individuo es desplazada al lugar de la realización de funciones, en el espacio abierto por la división del trabajo y el establecimiento de los medios específicos para la producción, siempre trabajador o inversionista.
Los desplazamientos del sujeto.
La definición del individuo constituye una variación dentro de un determinado conjunto, al individuo le es asignado un valor de cooperación, de interacción y de comunicación. Las condiciones subjetivas en este estado7 se ven reducidas en su multiplicidad de singularidades posibles, el sujeto se denomina a sí mismo sujeto de ley, pero su significado permanece intacto, simbólicamente sujeto de posibilidades indeterminadas en tiempo futuro. Lo que se desplaza es el valor objetivo del sujeto y su performatividad esencialmente sociopolítica, así, el hombre, queda desconectado directamente de lo que lo sujeta y del Órgano que se desprende, se extienden a su vez los tejidos simbólicos que se anudan entre sí en cada desplazamiento. Decir esto, es alcanzar a decir también que para cada posible estructura de organización (porque ningún modelo es único) corresponde una definición posible de sujeto de ley, tal capacidad nominativa del Estado es, por tanto, la propia eficacia de la estructura para desplazar al sujeto en tanto al análisis cuantitativo de sus posibilidades de operación, el análisis cualitativo de su capacidad sociopolítica y sus limitaciones específicas de transformatividad cultural 8.
2. Lugares posibles, temporalidad política y academicismo.
Ausencia de tiempo futuro.
El Estado es atemporal, aunque se edifica y se consolida mediante una periodización temporal sistemática, proceso particular que se caracteriza por la racionalización del espacio de su existencia. Su tiempo, si es, sólo contiene pasado y presente, lo actual es acción y proyección pura, el pasado una intensa carga de tradición que suplementa los cimientos de la conciencia histórica. No hay futuro, el cálculo realizado en los desplazamientos del sujeto sutura al individuo a la sustancia que resignifica una variante determinada cuya performatividad es canalizada para el sustento de la acumulación incesante y atemporal (pura expansión espacial 9), sin tiempo en tanto que el flujo de su totalidad se deforma en la suspensión del propio tiempo, suspensión densa que no puede flotar, sino que se hunde en los ideales políticos y en las depresiones del capital económico. El tiempo para el Estado sólo es historia, aconteció, no sucede, no hay después. Sin embargo, se ha trazado aquí una figura en donde el discurso de la teoría económica tiene una presencia relevante en las condiciones subjetivas de los procesos sociales, lo cual nos encamina a un discurso objetivo sobre el sistema funcional del Estado, aunque para ello, es necesario establecer primeramente ciertas precisiones.
La teoría económica en el discurso político.
“Toda restricción a las posibilidades de crédito se entiende como una represalia por parte del Estado, una supresión del crédito (inconcebible, por lo demás) será vivida por el conjunto de la sociedad como la supresión de una libertad.” 10
La demanda del conjunto de la sociedad alcanza a tocar la estructura del Estado, mediante una triangulación que se abre y se cierra entre el Estado, el mercado y la sociedad. La garantía de una libertad es lo que reclama el individuo al Órgano político, las voces que llaman a la justicia son múltiples y solamente se acumulan en el consenso, ahí es donde son escuchadas, cuando son colectivas, cuando contienen individuos y los representan, cuando son un subconjunto significativo dentro del conjunto de la sociedad. Los dispositivos del Estado entienden la posibilidad de un fenómeno de liberación social a través del mercado, y se emprende un nuevo proyecto político progresista, un nuevo desplazamiento en el sujeto, de sujeto democrático a sujeto consumidor. Así, el concepto de sociedad de consumo de las teorías sociológicas, que arrancan, se desligan y se nutren de las filosofías de la revolución, confluye con la teoría económica y la teoría política, en el momento en que aparece una interpretación distinta al surgimiento de los Estados, un Estado que no es sólo la aplicación de una teoría política, sino más bien el resultado en la práctica de una convergencia interdisciplinaria de la comunicación entre el Órgano político y las instituciones académicas, el ideal de un Estado ilustrado. En estos circuitos de conocimiento, se presta servicio al Estado, la condición para la participación es determinada por el ideal de progreso, en cuanto a la realización del proyecto.
La ilustración actual es el desarrollo tecnológico, para el cual es necesaria una estructura que permita una movilidad económica estable para la sustentabilidad del modelo, así, el Estado es el órgano que dispone los medios para el desarrollo, medios que se bifurcan en dos operaciones genéricas e integrales del sistema funcional estatal, unas, operaciones económicas de acumulación y distribución, las otras, operaciones sociales de archivo y registro. A las primeras, sucede un intercambio estadístico, un corte y flujo de divisas, una sistematización de la moneda, todo un establecimiento de parámetros performativos que vinculan al individuo con la sociedad, se trata pues, de la acumulación y distribución de bienes, de la fijación de una categoría regulativa o de un imperativo moral. A las segundas, pertenece el proceso burocrático, la doctrina de la información, la disciplina de la confirmación, la generación de una identidad social, nacional, global, son los procesos de inscripción de las instituciones, su sistematización en evaluaciones de certificación, de legitimidad, son los juicios de valor de la autoridad.
“A partir del momento en que el saber ya no tiene su fin en sí mismo, como realización de la idea o como emancipación de los hombres, su transmisión escapa a la responsabilidad exclusiva de los ilustrados y de los estudiantes.” 11
3. Las condiciones subjetivas de los procesos sociales.
Nos encontramos ante (en) un Estado de condiciones precarias para la utopística de Wallerstein. Cuando la calidad de vida no se entiende por tradición ni el concepto de individuo se religa con las aspiraciones singulares 12, todo sujeto es privado de la imaginación de un modelo distinto, la adecuación es condicional para la transmisión del mensaje, para la envestidura del sujeto contemporáneo. La tradición es el propio modelo, que responde a un ideal de progreso, y no una estabilidad práctica de economía sustentable ni una indeterminabilidad del sujeto referente. El sujeto, dentro del sistema funcional del Estado, es privilegiado por su calidad de contenedor de la verdad, es decir, por la capacidad demostrativa de su ciencia o su retórica política. La emisión del mensaje se escapa hacia los monitores específicos de información, el Estado se sustenta a sí mismo por la propia condición impuesta de su existencia reguladora. “En virtud de la conocida técnica de la exageración, sobre la crítica a situaciones políticas particulares suele pesar la sospecha de que ella se refiere a la existencia de la institución «Estado» en tanto tal; pues para la mayoría de las personas es claro que los hombres no pueden existir sin el Estado.” 13
Enunciamos, en síntesis, las condiciones subjetivas de los procesos sociales en un plano abstracto contenido dentro del párrafo anterior, y en sí, el desarrollo argumentativo de la exposición subrayó un aspecto relevante para una perspectiva del sistema funcional del estado, la posibilidad de su discurso objetivo, quedará entonces, a modo de conclusión:
Un discurso objetivo del Estado no tiene por receptor al emisor pertinente, configura un receptor subjetivado en su estructura objetiva, es decir, el sujeto es objeto político del pensamiento estatista; el individuo se encuentra condicionado a las subdivisiones sistemáticas prudentes, porque todo acto del Estado se encuentra con una carga moral, que legitima y deslegitima en el conjunto de la sociedad los procedimientos de los métodos de investigación, prefiere una verdad delimitada en sus contingencias temporales, por funcionalidad y no por –y para- la búsqueda de una verdad incesante que se vacía a sí misma para llenarse de todos los fragmentos locales de la verdad subjetiva. El discurso objetivo del Estado tiene hoy, por aparente necesidad, la astucia de realizarse a sí mismo desplegándose mediatizado, nunca como fin político; el propio autoritarismo se muestra así, desnudo, desmantelado ante la presencia de los fantasmas del contrato social, aquellos que evocan sobre sí la caída de los grandes imperios.
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1 J. Baudrillard: «El sistema de los objetos», p. 3.
2 Toda realidad ontológica de las cosas, los acontecimientos o del ser, es concreta en sí misma, la lógica de ésta ontología, en su discurso filosófico, se plantea a través una arquitectura argumentativa como procedimiento de demostración, tal proceso es el grado abstracto del discurso filosófico-ontológico, su fundamento matemático de correlato. «El ser y el acontecimiento.», principalmente págs. 30-46.
3 “… ya no existen la escena y el espejo. Hay, en cambio, una pantalla y una red. En lugar de la trascendencia reflexiva del espejo y la escena, hay una superficie no reflexiva, una superficie inmanente donde se despliegan las operaciones, la suave superficie operativa de la comunicación.”, «El éxtasis de la comunicación», en «La posmodernidad», p. 188.
4 Instalación, no adecuación, sólo es posible la adecuación en la relación objeto-objeto, por esto mismo, entre sujeto-objeto existe una lógica condicional que suplementa la adecuación racional mediante la consideración de las posibilidades de ser (ontológicamente) de cada relación, es decir, entre sujeto y objeto, el sujeto siempre es subordinante en cuanto a que su colocación objetiva sólo puede ser estructural o funcional o mediática, es decir, la lógica del sujeto está limitada a la disposición de los objetos.
5 H. Kliemt: «Filosofía del Estado y criterios de legitimidad.», p. 16.
6 Órgano, como ejecutor de una función dentro de un aparato o sistema, el Órgano se comunica a través de dispositivos con la estructura a la que se sujeta, a la par, contenedor, organizador. Véase en Kliemt, Filosofía del Estado y criterios de legitimidad, capítulo 1, particularmente las págs. 12-14 y 23-34.
7 En el sentido de estado de cosas (Wittgenstein), véase también en Kliemt, estado natural, págs. 12-14.
8 Lo impracticables que resultan socialmente la mayoría de los Derechos Humanos, y sobre todo, la mísera capacidad de eficacia en la resolución para aplicaciones prácticas de sus enmiendas, es un ejemplo de los resultados cualitativos de la analítica expuesta.
9 Expansión religada al territorio, a su multiplicación por adquisición, requisición, referente a la producción y reproducción.
10 J. Baudrillard, «El sistema de los objetos.», p. 177.
11 Lyotard: «La condición posmoderna.», p. 93.
12 Kliemt, págs. 15-18.
13 ibíd., pág. 13.
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Bibliografía.
BADIOU, Alain: El ser y el acontecimiento. Buenos Aires, Continental, 2006.
BAUDRILLARD, Jean: El sistema de los objetos. México, Siglo XXI editores, 1975.
FOSTER, Hal, Habermas, Baudrillard [et. al]: La posmodernidad [La anti-estética: ensayos sobre cultura posmoderna]. México, Colofón-Kairós, 1988.
KLIEMT, Hartmut: Filosofía del Estado y criterios de legitimidad. Buenos Aires, ALFA, 1979.
LYOTARD, Jean-François: La condición posmoderna. Madrid, Ediciones Cátedra, 2006.
--- bibliografía secundaria:
RORTY, Richard: Verdad y Progreso (escritos filosóficos, 3). Barcelona, Paidós, 2000.
TUGENDHAT, Ernst: Ser-Verdad-Acción. Barcelona, Gedisa, 1998.