Susurruba,
era el viento,
era el sol,
en la lluvia de los ojos.
Aquella mancha sobre el piso permanece sujetando la mirada, un oscuro punto que disemina pequeñas raicillas en la blancura hasta que se desaparecen en sus bordes negros vueltos blancos, colorida limpieza, espacio pulcro, objetivado, el destello de una verdad entre sueño y sueño, por todas las noches que había derramado el café por la almohada, con una espada por espalda, la cabeza fija al cuerpo por prudencia, adentro, una voz se fuga infinitamente, respondiendo patológicamente, adivinando el destino con voz temeraria, con voz conocida, voz íntima, voz secreta, voz de mí, de yo que ha sido, de cuerpo siendo alma del cuerpo, siendo cuerdas, resonancias, ecos y chasquidos, lluvia silbando, gotas aullando, susurrando demasiado bajo, casi en silencio, con las nubes entre los labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario