I - Incurable.
Arrastraba ligeramente la «sss», no alcanzaba a decir, nunca terminaba de decir, no tenía espejos, no tenía luz, no conocía su rostro, se escuchaba hablar, apreciaba su voz, su única compañía, sus palabras, sus ideas, su vida, se recostaba sobre la cama, se movía, se envolvía entre sus sábanas, con ellas cubría su rostro, se perdía en la humedad del techo, se movía, rodaba, se envolvía un poco más, estiraba su cuerpo, sudaba, trataba de dormir, no podía, no descansaba, tosía, la noche cabalgaba, tosía, los cielos se estremecían, tosía, las nubes se desplomaban trituradas en pequeñas gotas que poco ruido hacían comparadas con su tos, deliraba que tenía un hermano gemelo, un gemelo idéntico completamente diferente, que andaba erguido, que era Doctor, que estaba enamorado, que adoraba a sus pequeños hijos que gentilmente le sonreían, soñaba que su hermano lo buscaba, que lo encontraba, que lo curaba, pero no lo conocía, su hermano no aparecía, nunca aparecía, y se envolvía todavía más entre sus sabanas, adentro, bien adentro de la almohada, se sofocaba, se escondía, imaginaba que era un ciego que caminaba por el azul de las paredes dejando rojas huellas, negras luces, horizontes amarillos, soles púrpura, alfabetos marrones, llantos verdes, estrías blancas, fugaces y diminutas estelas de los irrepetibles colores del cielo de cada día, y cada noche, tosía, completamente enredado entre sus sábanas, por fin dormía.
Al despertar, parpadeó un poco, se miró las manos más anchas, sintió su voz más gruesa, más áspera, más sombría, llevó una mano a su cabeza, y descubrió que el cabello ya no lo tenía, se sentía mucho más cerca del piso, mucho más pesado, mucho más enredado y apretado, trató de hablar, ya no arrastraba las «s», entonces se convenció de que había entrado a otro cuerpo, que era otro ser humano, quería confirmarlo, no tenía espejos, no tenía luz, no conocía su rostro, se escuchaba hablar, tenía otras palabras, otras ideas, otra vida, buscaba la puerta de la habitación, la perilla atascada, las llaves perdidas, en un cajón o bajo la alfombra, buscaba las llaves, en el microondas o dentro del colchón, buscó las llaves, despedazó su cama, vació su armario, metió las manos al inodoro, sentía el agua, fría, muy fría, la mirada perdida, y aparecieron otros colores, dulces perlas, aromas oscuros, brisas tintineantes y ardientes llamaradas de blanca y espesa saliva, colecciones de calcomanías borrosas, estampillas sabor canela, concreto movedizo, una sirena escandalosa le cerró los ojos, una ligera elevación, un desplazamiento, velocidad y escándalo, sangre negra, uñas amarillas, pupilas dilatadas, el claro amarillento y café, más sangre, un fuerte entumecimiento, choques eléctricos, agitación, las voces se extraviaban, las habitaciones se encogían, se alargaban, girando en profundos pasillos se aferró a una capa azul, cayó el telón, se despertó abrazado por su hermano gemelo, tosía.