sábado, septiembre 27, 2008

Del Hábitat y sus Improbables Ficciones:


I - Incurable.








Arrastraba ligeramente la «sss», no alcanzaba a decir, nunca terminaba de decir, no tenía espejos, no tenía luz, no conocía su rostro, se escuchaba hablar, apreciaba su voz, su única compañía, sus palabras, sus ideas, su vida, se recostaba sobre la cama, se movía, se envolvía entre sus sábanas, con ellas cubría su rostro, se perdía en la humedad del techo, se movía, rodaba, se envolvía un poco más, estiraba su cuerpo, sudaba, trataba de dormir, no podía, no descansaba, tosía, la noche cabalgaba, tosía, los cielos se estremecían, tosía, las nubes se desplomaban trituradas en pequeñas gotas que poco ruido hacían comparadas con su tos, deliraba que tenía un hermano gemelo, un gemelo idéntico completamente diferente, que andaba erguido, que era Doctor, que estaba enamorado, que adoraba a sus pequeños hijos que gentilmente le sonreían, soñaba que su hermano lo buscaba, que lo encontraba, que lo curaba, pero no lo conocía, su hermano no aparecía, nunca aparecía, y se envolvía todavía más entre sus sabanas, adentro, bien adentro de la almohada, se sofocaba, se escondía, imaginaba que era un ciego que caminaba por el azul de las paredes dejando rojas huellas, negras luces, horizontes amarillos, soles púrpura, alfabetos marrones, llantos verdes, estrías blancas, fugaces y diminutas estelas de los irrepetibles colores del cielo de cada día, y cada noche, tosía, completamente enredado entre sus sábanas, por fin dormía.

Al despertar, parpadeó un poco, se miró las manos más anchas, sintió su voz más gruesa, más áspera, más sombría, llevó una mano a su cabeza, y descubrió que el cabello ya no lo tenía, se sentía mucho más cerca del piso, mucho más pesado, mucho más enredado y apretado, trató de hablar, ya no arrastraba las «s», entonces se convenció de que había entrado a otro cuerpo, que era otro ser humano, quería confirmarlo, no tenía espejos, no tenía luz, no conocía su rostro, se escuchaba hablar, tenía otras palabras, otras ideas, otra vida, buscaba la puerta de la habitación, la perilla atascada, las llaves perdidas, en un cajón o bajo la alfombra, buscaba las llaves, en el microondas o dentro del colchón, buscó las llaves, despedazó su cama, vació su armario, metió las manos al inodoro, sentía el agua, fría, muy fría, la mirada perdida, y aparecieron otros colores, dulces perlas, aromas oscuros, brisas tintineantes y ardientes llamaradas de blanca y espesa saliva, colecciones de calcomanías borrosas, estampillas sabor canela, concreto movedizo, una sirena escandalosa le cerró los ojos, una ligera elevación, un desplazamiento, velocidad y escándalo, sangre negra, uñas amarillas, pupilas dilatadas, el claro amarillento y café, más sangre, un fuerte entumecimiento, choques eléctricos, agitación, las voces se extraviaban, las habitaciones se encogían, se alargaban, girando en profundos pasillos se aferró a una capa azul, cayó el telón, se despertó abrazado por su hermano gemelo, tosía.

miércoles, septiembre 24, 2008

cuando el temor a Uno renuncia a sí...




... y sin fin, desear la propia muerte, amarse tan poco que la sombra sobre el pavimento parece sólida, real, muerta. Nada.






¡Nunca más!




Los espigadores y la espigadora.



La división del trabajo, una "bendición", PERO ¿la entendemos?

Y, tras arduo trabajo, estudio, trabajo, estudio, y más trabajo...

¿Qué hacemos? ¿Qué podríamos hacer? ¿Qué hacer?

¿Vivir?

¿Cuándo y para qué?

Y...

¿Por qué?

Merecer la vida... ¡Que idea!

martes, septiembre 23, 2008

Gran Superficie



"Consumir hasta morir", la vida es el espacio publicitario que el ser humano ha hecho de sí.

Ahora Dios vive en un supermercado.

KIMONO


Sin detenerme ni un sólo instante, las nubes quedaban por detrás de mi sendero anunciando entre relámpagos las duras montañas que separaban al pasado de mi destino, andaban mis pensamientos sobre las vías de un tren descarrilado, un viaje sin sentido, abordo de nunca mirando lo eterno, la carretera se ensanchaba con las risillas de unas muchachas sobre una cerca de madera, paseaban niños en bicicleta, otros volaban papalotes, el viento acariciaba los recuerdos que no tenía sobre mi infancia, mirar las manos, agitarlas, cerrar los ojos apoyando las palmas sobre el rostro, descansando los dedos sobre la frente y los pómulos, sobre la espalda, sobre las piernas, sobre los pies, sobre el cuerpo entero viajan las manos, y descubrir que el olor no nos pertenece, que formamos parte del mundo, que al devolver los ojos al cielo las estrellas aparecen para luego hacerse invisibles con el primer rayo de sol. Imposible detenerse, aunque permanezca de pie el mundo me lleva dando vueltas alrededor del sol, contemplando el tiempo que no me convence de ninguna forma de conocimiento. Tan libre en este espacio tan limitado porque siempre habrá alguna cosa que queramos observar.

Y me fuí para nunca volver, simplemente miraba kimonos.



"Soñar difícilmente concuerda con ver: quien sueña con demasiada libertad pierde la mirada, quien dibuja demasiado bien lo que ve pierde los sueños de la profundidad."


Gastón Bachelard - El Derecho de Soñar, XXI. El Orden de las Cosas.


Isla de las Flores, Brasil



¿La basura es realmente basura?

¿Quién alimenta a quienes no pueden comprar alimento?

¿De qué se alimentan los cerdos de los que nos alimentamos?

¿Qué hacer con los seres humanos, con su telencéfalo altamente desarrollado, con su pulgar oponible y su dinero?

Y la cadena de intercambios entre el tomate, el cerdo y el dinero,

¿terminará algún día?

¿Qué pertenece realmente al ser humano en este mundo en donde todo tiene o tendrá precio?

¿Qué hacer con la basura, con los cerdos, los tomates y el dinero?

¿Qué hacer por el mundo además de procurar su fin?

... es corto, 13 minutos.

domingo, septiembre 21, 2008

Fabricando el Consenso

Parte 1.


Parte 2.



"Noam Chomsky y los medios de comunicación", el hombre y su oRDen simbólico, la importancia de decir bien "Si" y "No", la reducción "democrática" de la posibilidad de ser de "otro modo".

Etc, etc...

Sin Logos.





"Sin Logos: Marcas, Globalización y Resistencia."

La comercialización y privatización del espacio público, implicaciones de ética laboral, sociedad de consumo, el fenómeno de la identidad hacia el mercado; todos los factores económicos en una crítica a la globalización política del consumismo. Aire libre y buenos días por venir compañeros.

jueves, septiembre 18, 2008

Lobotomobile.

I. Leucotomía, lobectomía, lobotomía, Moniz y un chimpancé, Freeman y su furgoneta, ¡gratis, gratis para ti! Ansiedad, depresión "con riesgo de suicidio", la obsesión: mi compulsión, ácido humor, negra expresión, flácido elefante blanco desparramado sobre un mar invisible que mueve al aire, iluminándolo de colorido silencio, de brillo, breve como un suspiro, agitado por dentro, invirtiendo la corriente de la cultura, sumergido en la naturaleza pura. Romántico, decadente, nervioso y lumbar, entre la materia blanca del cerebro y el mundo hay un distanciamiento incesante a través de los lacrimales.


¿Es una enfermedad querer poseer la imagen que evoca al pensamiento de toda idea posible para despertar a la realidad, al ser multiplicidades de pensamiento según la voluntad de una meditación profunda que se desplace con gran velocidad a través de toda correlación entre lo abstracto y lo concreto?

No sé, ni sabré.


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Imagen: Jean Fautrier - Les glaciers (1926)

sábado, septiembre 13, 2008

Vigilancia entre Médicos.

Monitorizados, pulso "real" e intermitente, mortales... estables, humanos... Diagnóstico: que vivan un poco más, no me afectan. El Médico conserva una posición de privilegio, conoce nuestro cuerpo mejor que nosotros mismos, y entonces, nuestros secretos se destruyen, la salud espera algo más de nuestra mente, no la abandona pero la mata si miente. No mientas, mandato unánime. Pero, ¿quién miente? ¿por qué mentir? La vida sólo parece ser vergüenza, déficit de aceptación, dolores y espasmos. ¿Por qué no respiras? ¡Podemos respirar! Uno a otro nos custodiamos, nos decimos hasta cuando y que tanto, nos decimos donde y porque, pero nunca nos comunicamos, sólo somos animales enfermos abordo del tren de lo inaudito, sólo somos...

¿Culpar a un hermano, a un ser humano por toda nuestra infelicidad? Si, soy culpable, no quiero vida, quiero dar vida, si, soy un animal, hasta ahora sólo he funcionado por impulso, así como tu mejor amigo acaba de beber veneno para ratas.

¿Escuchar? ¿Para qué? Es decir, ¿es necesario conocer la «otra verdad» más allá de lo que pensamos de los otros sin necesidad de "atenderlos"? El lenguaje es un laberinto de significados, y el ser humano es anti-semántico por naturaleza, no gusta de ver sus tripas o sus conceptos inertes sobre una bandeja de plata pues ello inhibe su apetito, por tanto, la desnutrición, la anemia, el holocausto. Vigilarnos es la prioridad, y sólo vigilarnos, sin jamás comprometernos, siempre vigilando.

¿De qué me acusan, antropólogos?

¿Cuál es el diagnóstico de la metáfora?

domingo, septiembre 07, 2008

Paz, Propaganda y la Tierra Prometida.



"Paz, Propaganda y la Tierra Prometida: Los Medios de comunicación estadounidenses y el conflicto israelo-palestino" es un documental de análisis y crítica a los medios masivos de comunicación que proveen información a voz vacía, sin detenerse siquiera a mirar lo que sucede prestan a los ojos del mundo una realidad que no existe, una realidad que se fuga generando límites formales para la concepción de la realidad como es. Durante 79 minutos, a modo de un ensayo visual, no sólo se revela una verdad que ante la intuición ya se presentaba en la infinita suspensión del juicio cada vez que se accede a la ficticia realidad de los medios masivos de comunicación, sino que se implica la necesidad de una reestructuración de la forma en la que la información debe ser inyectada en la sociedad por los sistemas de comunicación masiva.

El camino a la información como repetición de la realidad algún día será recorrido por el hombre.

[+] Incluye entrevistas con: Seth Ackerman, Mjr. Stav Adivi, Rabino Arik Ascherman, Hanan Ashrawi, Noam Chomsky, Robert Fisk, Neve Gordon, Toufic Haddad, Sam Husseini, Hussein Ibish, Robert Jensen, Rabbi Michael Lerner, Karen Pfeifer, Alisa Solomon, y Gila Svirsky.

El lugar de un sueño.



La puerta hace un llamado a la curiosidad, de inmediato, la mente se adentra queriendo adueñarse de algo que no puede poseer, que es la respuesta a una pregunta que no se sabe hacer. Había final, finito en su propio momento, en cada instante que fue y que ya no será, pero se queda fin del presente, se vuelve una historia, una experiencia, y a veces, no por propia voluntad, los recuerdos se pierden en la memoria, sin desaparecer, se entrecruzan y revuelven entre ellos, creando universos distintos, otras vidas, distintas apariciones de mí en el espejo de la fantasía.

De la puerta emanaba un vacío profundo, lleno de luz, todo adentro era invisible, tan invisible que era confuso, tallé y tallé mis ojos, miré mis manos, un líquido espeso, densamente negro, escurría vida por el piso como el viento que se escapa hacia el infinito, di muerte al desierto al despertar la naturaleza. A mis pies, las áridas costras de tierra enardecían en un verde fulgor repentino; el mundo se hacía redondo, gravitatorio, provocando el movimiento y la oscilación de los cuerpos, las montañas vibraron, expulsando por siempre de la tierra la luz, triste luz de esa puerta, y la ilusión de una pureza invisible, frágil, absoluta.

Di vuelta atrás, me había quedado sólo en el mundo, sin ilusiones, sin ningún lugar a donde entrar, todo el mundo está afuera, en otro lugar, aquí en frente, o demasiado lejos, tan lejos, que nunca podremos llegar, es el universo entero lo que es afuera, lo que ocurre afuera, lo que se da y sólo se da afuera, lo que afuera siempre será. Soy un aparato cerrado adentro de un aparato abierto, tengo que entender mi lugar y entonces ser parte del universo entero, no puedo mentirle al universo entero, no puedo correr del universo entero, porque es el mundo lo que me matará, la naturaleza es nuestra, y morimos, redondos, como el mundo, cerrados hacia adentro, encadenados al conocimiento de sí, el control de sí, el ser de uno, el ser naciente, el aro adentro del aro adentro de un aro y que por siempre que los ojos vean, incluida la mirada de un ciego, seguirán estando adentro de un aro, de un anillo de sol, de un pedazo de luna, pero nunca en un espejo. Recorría las distancias sólo para asegurarme de que me estaba acercando a mí espalda, quiero conocerme en este mundo, y estoy sólo, pensaba, me decía - Estás sólo, sólo, sólo... En voz alta, hablaba, hablaba sólo, con la mano derecha reconociendo mi cuello, y abajo la espalda, tocar con los pies la tierra, un dedo otro dedo luego las manos, que atraviesan y exploran el rostro, que se tocan entre sí sin mirarse desnudas, con los ojos abiertos en la espalda, la sensación de riesgo, un espasmo, un espasmo tras otro tendido en el piso mirando el cielo, con sus nubes que se escapan de mi mirada lentamente junto al viento, que me acaricia sin preguntarme porque sabe que no me es posible impedírselo, impotente rostro con la mano en la espalda, con la otra mano sosteniendo una máscara, las escaleras y los pies, subiendo al escenario para reconocernos en este mundo.

Quiero perderme con mis ideas en esta isla desierta, convertirme en la imaginación del universo, perderme con las letras en otro espacio, otro tiempo.

miércoles, septiembre 03, 2008

El claxón es raciocinio instrumental



Lecciones sobre la causalidad en el "mundo moderno", Godard (fragmento de Weekend).

13 de Febrero

Cuando en aquella negra mañana del 13 de Febrero apenas había decidido ensayar el reposo en un sueño y persistía el insomnio, entonces un amigo, alguien, me empujó hacía el abismo, pretendía caer pero conseguí hacerme de la corbata de Franz, no caí, no morí, nuevamente. Franz me acogió con una sonrisa, pero nadie explicaba porque mi amigo, alguien, había intentado arrojarme por la ventana, yo tampoco tenía una explicación y sin embargo más de mil teorías o hipótesis prácticas. No cabe mencionarlas. Franz me dio un fuerte apretón de mano y me pidió que le acompañara a su piso, rechacé tal invitación. «Te sentirás mejor», dijo Franz, y me vi perseguido en su boca, en sus ojos, en sus más profundos pensamientos, pero nadie conoce la mente de otro hombre, nadie. Subí al piso de Franz. Un café nos esperaba en la mesa del rincón de la sala, mi amigo, alguien, adora los ángulos agudos, los escondrijos punzocortantes e hirientes: siempre al filo de la vida de pie en una navaja.

El café estaba frío, no le entibiamos, así lo bebimos. Franz lo escupió sobre mí, con un gesto de repulsión total –hacía el café, supongo- y ante la sorpresa, dijo «Si bien es cierto que no nos conocemos de mucho tiempo atrás, también es cierto que he aprendido a estimarte pues te has ganado por completo mi confianza». No me atrevía a cuestionar el comportamiento de Franz, mi amigo, alguien. Sólo nos miramos fijamente en aquél rincón hasta que cayó la noche, abierto el ojo de la luna, decidí dormir un poco meses después de no poder hacerlo. Abatido, caí en algún lugar, no recuerdo donde, pero aún dentro del departamento de Franz.

El departamento se encontraba vacío a la mañana siguiente, ni un solo rastro de mi amigo, de nada. Deambule alrededor del sitio no por curiosidad, sino más bien por incomprensión, seguí unas cuantas horas más sin comprender nada, todo era confuso, y así, confundido y mudo, regresé a mi habitación. Abriendo la puerta me tiré sobre un sillón, al segundo, alguien tocó a la puerta. «Sabrás que eres escurridizo y lo sabes, por ello escapas, pero no tienes que huir, también sabrás lo que deseas cuando olvides el deseo.» Franz a la puerta, sin ser llamado, sin poder recordar donde le conocí, sin saber siquiera cual es su necesidad de permanecer cerca de mi persona, pero no me atrevo a cuestionarle por nada, siento nauseas, incompetencia, impotencia.

Había pasado medio día, olvidé ir al trabajo, sólo ahora lo recuerdo, ahora que ya han renunciado a mí sin liquidación, lo cual no importa, estoy al borde del colapso, de la aniquilación, pero aquí está Franz, ha echado los pies sobre la mesita frente al sillón, acomodando su cabeza entre cojines, bebiendo cerveza y tirando los restos de sus cigarrillos sobre la alfombra quemada. ¿Había visto algo semejante alguna vez en mi vida? Me asustaba el sólo hecho de pensar que así era cada vez que me lo preguntaba y, al interpelar así, sólo incrementaba la angustia que desde adentro me suspendía en un espacio oscuro e indeterminado, destruía mi conciencia con premeditación. Una repetición del pasado me pareció una idea inminente, ninguna explicación le hacía posible. Lo que me pasa es imposible, Franz está muerto: yo pensaba.

Decidí darme un baño con agua fría, y entonces pensé con claridad. Franz creía poder encontrar en su destrucción la eternidad, desde entonces no soy capaz de pensar ni de dormir, y ahora pienso: Franz no murió, Franz vive en mí. Vive en mí la inexistencia, matar el sueño es realidad.

Cuando dejé de imaginar lo posible y limité mi imaginación a lo invisible, un dolor de cabeza trajo consigo al fantasma de un eterno retorno, regresar siempre a la nada, la vida se da con tanta velocidad ante nuestros ojos que al intuirla ya estamos pensando en el pasado, ni siquiera el cuerpo nos avisa con tiempo, él, que siente el frío de un verano en la ciudad. «!Escupimos en el cristal de un abismo que no refleja nada, el espejo miente cuando muestra nuestros rostros!», corta el sonido del agua el grito de mi amigo, de Franz, alguien. Franz está muerto, se arrojó por la ventana, miraste su sangre, no puedes dejar de pensar en ella, has estado obsesionado con su cuerpo tendido en el asfalto, has estado alucinando con su último aliento, ha estado pesando sobre ti la sombra de un muerto, has estado muerto por mucho tiempo. Tu nombre es Franz, amigo mío, alguien:

Yo.

Ningún lugar.




Hubiera ido a visitarte, estar contigo, saber tu nombre y nunca olvidarte, acompañarte en el llanto, sugerirte otro camino, uno distinto al mío, nunca destruirte, tocarte con respeto y amarte. Hubiera ido a visitarte, estar contigo, saber tu nombre o haberte conocido. El único lugar es ésta vida, quizá aún no hallas nacido, es posible que tu no existas. Nunca iré a visitarte, no sé quien eres y tú no existes, estás en cualquier lugar, nunca en el mío.

Los ojos de nadie.



Firmes, bajo el inalcanzable techo de una habitación blanca, enteramente blanca, cuyas ventanas están cerradas, y que también son blancas; los ojos de nadie sobre ningún lugar de un rostro sin ojos, ni nariz ni boca, con los oídos dentro de sí, cubiertos por una membrana blanda, se clavan en el silencio, no existen, no ven.