Desde el otro día que apareció la alfombra flotando sobre la cama, el piso no es lo mismo, ni la historia de aquella silla, la amarilla, no la roja que tenemos en la esquina, esa nunca la usamos. Entonces, desde ese otro día, empezaba a pensar que había detallado la vida de todos los objetos que poseía con mi imaginación, que los imaginaba con mis sentimientos, mi corazón era una piedra tallada sobre la madera de un árbol que se había erguido entre sus ramas que siempre buscan al sol como un halcón antes de emprender el vuelo, vuelo que comienza para regresar a lo mismo, al sueño de haber volado, de haber conocido al mundo, y contar la historia, beber la gloria, sulfurar con el bélico acento, agonizar sobre otras vidas, la experiencia del tiempo es la única diferencia, en todo esto, lo particular pierde sentido, es mi mano la que piensa.
lunes, octubre 06, 2008
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